Un 27 de marzo, pero de 1930, Justo Suárez le ganaba en un peleón a Julio Mocoroa y, en un colmado viejo estadio de River, se consagraba campeón argentino liviano.
´El Torito de Mataderos´ superaba en fallo unánime tras 12 rounds al ´Bulldog Platense´ y, ante más de 40.000 personas –algunos afirman que hubo 66.000 espectadores, la mayor afluencia para una pelea de boxeo en Argentina-, confirmaba por qué hasta hoy es considerado el primer ídolo popular del pugilismo nacional.
Suárez, que venía de trabajar como lustrabotas, canillita y en los mataderos, con su fiereza y sus falencias defensivas se imponía ajustadamente sobre un estudiante universitario de La Plata que también sobre el ring era su contracara: pura elegancia, técnica e inteligencia.
La ansiada revancha nunca llegaría a concretarse, porque Mocora moriría en un accidente automovilístico, justamente cuando viajaba a firmar el desquite.
Después de un puñado de triunfos en Estados Unidos, la carrera –y, a la postre, la vida: murió a los 29 años, sumido en la pobreza, en Córdoba- de Suárez se vería truncada por la tuberculosis.
Con el tiempo, Julio Cortázar se convertiría en su admirador y en él se inspiraría para escribir un cuento memorable: “Torito”.
TEXTO: A LA VERA DEL RING
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