BOXEO ARGENTINO

La rebeldía de Brian, la revolución de La Matanza

Hay liderazgos extraños, que se ejercen a pura sonrisa y que no precisan ni media señal coercitiva para arrastrar fieles dispuestos a jugarse el pellejo por la causa. Así, sin gestos ariscos ni miradas hoscas, libran una rebelión contra presentes infelices, y siembran ilusión en pueblos desérticos. La rebeldía de Brian Castaño, exhibida en su máximo esplendor contra el puertorriqueño Emmanuel de Jesús, le permitió al sufrido partido de La Matanza lograr una revolución que el boxeo argentino pedía a gritos.

Es que, con su agónica victoria, el Boxi no solo le dio al país su segundo campeón mundial (interino) vigente, sino que le devolvió la esperanza de vivir noches épicas que parecían escarchadas tras los retiros de Sergio Maravilla Martínez y Marcos el Chino Maidana; una fe que sostiene únicamente Jesús Cuellar, el titular pluma AMB que pese a sus más de tres años de reinado aún no lució el traje de héroe.

De risa ancha, manos veloces y picantes, y alma de guapo, Castaño es la desobediencia de un pibe al que la vida le había preparado un universo menos próspero. Se levantó contra una infancia que lo obligó a trabajar como barrendero, protestó ante los managers y dirigentes que (des)manejan el boxeo argentino desde hace rato, se burló de algunos fantasmas médicos y psíquicos que amenazaron con alejarlo del deporte, y anoche se puso de pie luego de recibir una mano que a cualquier ser humano sin sed de superación hubiese arrojado a dormir la siesta.

Hace unas horas, este agitador emocionó a las seis mil personas que coparon el estadio y que vitorearon su nombre, agradecidos porque sintieron, al menos por un rato, que la realidad cotidiana les dolía menos. Brian Castaño es campeón mundial. El líder vive, la revolución no ha muerto.

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