Si hubiera nacido en México, tendría hoy mucho más. De todo: seguidores en redes sociales, dólares en la cuenta bancaria y títulos del mundo. Un montón más allá: si hubiera nacido en México –o en Estados Unidos, por caso-, sería (deportivamente hablando, claro) hoy mucho más. En todos los sentidos: mucho más campeón, mucho más reconocido públicamente y mucho más deportista de elite. Pero nació en Argentina y, se sabe, acá todo cuesta un poco más; sobre todo, el pretender ganarse la vida como boxeador. Por eso, aunque marche invicto, haya brillado como amateur en la selección nacional y se lo apunte como el sucesor del “Chino” Maidana y “Maravilla” Martínez, su combate de esta noche pasará inadvertido por el público no boxístico argentino, que increíblemente no podrá ver su intento de consagración ¡ante un brasileño! por ningún canal de televisión: la pelea se verá únicamente por la plataforma DAZN.
A los nacidos en esta tierra les dicen que es “ahora o nunca”, como le expresaron sin decírselo a Maidana contra Víctor Ortiz, en aquella dramática pelea que si perdía le significaba un adiós de los grandes escenarios. A los aquí concebidos los condenan para siempre cuando priorizan la salud y deciden que ya fue suficiente, como le ocurrió a Lucas Matthysse frente a Viktor Postol. A quienes crecen en estos pagos les sacan los títulos debajo del ring con facilidad, tal le sucedió a “Maravilla” en tiempos en que la industria se inclinó por Julio César Chávez Jr. Y como le pasó hace no mucho al propio Brian Castaño, el invicto argentino que intentará volver a coronarse campeón mundial después de haber cedido su cetro sin haber perdido jamás en un cuadrilátero.
Contra Patrick Teixeira, y en el Fantasy Springs & Casino de Indio, California, “el Boxi” (19-0-1, 13 KO, récord que incluye sus 3 victorias en la WSB de AIBA, en 2013) deberá hacer algo más que desplegar sus explosivas combinaciones. Tendrá que mostrar su rapidez de manos, su abanico de recursos técnicos y la justeza de su pegada para intentar desbordar al brasileño y causar un shock dentro y fuera del universo enguantado. El negocio no le perdona al matancero ni su origen ni que no noquee, y por eso lo privaron de un justo triunfo contra Erislandy Lara y -sumado a alguna oscura maniobra de los manejadores del marfileño- casi le arrebatan una victoria legítima contra Michel Soro. Paradójico: ante las mezquindades del mercado, Castaño debe mostrarse generoso, exagerado, para a los 31 años ganarse el lugar que desde hace rato reclama en la meca de este deporte. Teixeira deberá ser el chispazo que encienda la llama de una megapelea contra Jermell Charlo, el estadounidense dueño de los restantes tres títulos de la división. Quizás ahí sí el país entero y el resto del planeta pongan su lupa en este argentino que intentará acabar con la sequía de campeones mundiales que pesa hoy sobre la Argentina.
Con ritmo, volumen de golpeo y una presión constante, el excampeón mediano jr. AMB sabe que no hay demasiados secretos: no tendrá más opción que dar el paso hacia adelante y atacar a un boxeador zurdo que es 11 centímetros más alto y que le lleva más de 20 cm en alcance de brazos. Sin embargo, deberá cuidarse al máximo para no relajarse y creer (equivocadamente) que, porque le entran las manos con facilidad –la defensa no es, justamente, uno de los fuertes de su oponente-, se está ante un hombre endeble. En su última pelea, Teixeira estaba recibiendo una paliza y, con el rostro excesivamente inflamado y cortado, “revivió” en el 7° round, derribó al dominicano Carlos Adames y terminó ganando en una demostración de guapeza formidable. Esa noche, en la que se calzó el traje de Rocky, ganó el título –por entonces, interino; cuando Jaime Munguía pasó a mediano, lo declararon campeón regular- del mundo y, lo que es más importante y desvela al equipo del argentino, el respeto de los popes del boxeo.
La pinta es lo de menos
Siempre hay un flaco con pinta de nada, al que llaman faltando 5 minutos y cae con las Topper de lona deshilachadas. Siempre, o casi siempre –al menos, en nuestra romántica visión del fútbol y de la vida-, ese don Nadie al que nunca eligen primero en el pan y queso termina demostrando que no siempre triunfa el que enamora al primer golpe de vista: a veces, ese de rostro inexpresivo nos deja de seña y hasta se va de la mano con la morocha de ojos grandes de la otra cuadra.
Patrick Teixeira (31-1, 22 KO) es un larguirucho de gesto bonachón al que todos le creerían si dijera que es ingeniero en sistemas o preceptor en un colegio católico. No es noqueador, no desborda talento y tampoco le sobra velocidad. Pero suple toda carencia con un corazón del tamaño de la Amazonia brasileña, una mandíbula rocosa y una estatura y alcance de brazos inusuales para la categoría; elementos, todos, que por sí solos dicen poco pero que, combinados, resultan vitales para lograr un título mundial, como el que arriesgará por primera vez contra un Castaño que deberá ser agresivo pero cauto y recordar que, en ocasiones, la pinta es lo de menos.
TEXTO: ANDRÉS MOONEY. FOTO: JCG DESIGNS.