BOXEO INTERNACIONAL

Espeluznante

¿La pelea? No, el fallo que dio ganadora a Katie Taylor por sobre Amanda Serrano, para conservar así sus títulos mundiales ligero AMB/CMB/FIB/OMB en el Madison Square Garden. Y estos son los que discuten el medio punto…

Por GUSTAVO NIGRELLI (especial para A LA VERA DEL RING)
Que el fallo haya sido dividido no atenúa en lo más mínimo el escándalo. Por el contrario; lo potencia. La decepción le gana a la indignación, y viceversa. Cuando se es testigo de una atrocidad tal, que hace agua por los cuatro costados -desde el criterio macro hasta el micro-, la primera reacción es el repudio. Pero de inmediato el conservar la sanía mental, para evitar caer en la seductora complicidad a la que invita la presencia prepotente de las cuatro entidades mundialistas, AMB, CMB, FIB y OMB, responsables de tamaña grosería.

Tras recuperar la coherencia y liberarse del terremoto emotivo, la sensatez marca una conclusión terminante, y esta vez no hay excusas que valgan: las cuatro son una peor que la otra. Y sobran fundamentos.

La primera reflexión es que si la boricua Amanda Serrano no noqueó a la irlandesa Katie Taylor, fue porque en el boxeo femenino todavía los rounds duran 2 minutos. De haber sido 3 como en el masculino, en el 5º la campeona no llegaba al final.

Sin embargo, dos de los jueces (Glenn Feldman 97-93 y Benoit Roussel 96-94, uno para cada rincón) fallaron esa 5ª vuelta 10 x 9, como si hubiera sido igual a cualquier otra, cuando muchas fueron tan apreciativas que se definieron para un lado u otro por el canto de una uña.

Aunque hilando fino, siempre indefectiblemente fue la boricua quien llevó la iniciativa, la búsqueda, y la que produjo cantidad y temperamento.
(Cabe destacar que el tercer juez, el italiano Guido Cavalleri, marcó 96-93 para Taylor, es decir, al menos dio 10 x 8 el 5º, seguramente, más allá de haber visto la pelea al revés).

Con ese inexplicable regalo, la irlandesa retuvo todas sus coronas ligero unificadas y quizás el sitial de Nº 1 libra por libra que discutía precisamente con Amanda, y que claramente debe perder ante los ojos de los especialistas, si es que aún quedan y son imparciales.

Los reyes del punto entero, que detestan el 0,5 y lo hicieron desaparecer del reglamento argentino a través de sus representantes dilectos en nuestro país -Roberto Rilo (CMB), Jorge Molina (OMB) y Luis Doffi (FIB)- demostraron que no saben diferenciar un elefante de una hormiga. (La AMB al menos avala el medio punto, pero su vice argentino, Lautaro Moreno, no participa en el Consejo Directivo y de las decisiones de la FAB).

Hicieron gala además de lo desincronizadas que están sus lenguas de sus manos, porque hablan de otorgar 10 x 8 en los rounds de mucho dominio para diferenciarlos de los otros, pero nadie lo hace. Eso tiene nombre, y se llama HIPOCRESÍA.

Ni hablar de la ineptitud natural para evaluar, por no pensar en otra cosa peor que tiene que ver con la honestidad que otorga el principio de inocencia, ya que de cabo a rabo Serrano dominó a una Taylor que nunca entró en pelea, que parecía asustada y que siempre se limitó a responder como pudo las propuestas de la puertorriqueña.

Sin embargo dos de los jueces (Cavalleri y Feldman) le vieron perder 7 rounds. ¿What? Con lupa y de lástima Taylor se llevó el 2º y el 10º, aunque casi cae en el sprint final, en un aturdido revoleo de manos mutuamente.
Ahora bien: ya que se anda en plan de innovaciones e igualdades, en vez de empeorar lo que ya de por sí tiene fallas, ¿por qué no piensan en implementar los 3 minutos para el boxeo femenino?

En el choque Taylor-Serrano, que fue bueno, pero no tanto como se dijo por haber sido de un solo lado, se sintió en la piel que los 2 minutos quedaban cortos, incluso para ellas mismas, que varias veces se sorprendieron del gong o ni lo escucharon (tampoco el árbitro) y siguieron la lucha.

Era obvio que cuando empezaban a calentar motores algo inoportuno interrumpía el combate, y era la campana maldita, resabio de un concepto anacrónico y prejuicioso, que supone que una mujer no puede combatir un round de 3 minutos sólo porque tiene mamas y un aparato reproductor distinto al de los varones.

Ese minuto faltante conspiró contra lo mucho y bueno que tenían para seguir brindando, en una propuesta histórica que, como tal, hasta aquí fue lo máximo que dio el boxeo de mujeres y nunca fueron capaces de concretar otras como Christy Martin-Lucía Rijker, o Yesica Bopp-Susi Kentikian, en su momento.

El problema es que lamentablemente se está en manos de esta gente que no la tiene clara -siempre suponiendo que los rige la buena fe-. La discusión fina de los rounds se acepta, la gruesa no. Pegar más, mejor, durante más tiempo, iniciar acciones y generar efecto en el rival –cualidades que estuvieron siempre de parte de Serrano-, toda la vida fue motivo suficiente para ganar un combate. Y para saber eso ni siquiera es necesario hacer un curso de jurado.

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