BOXEO ARGENTINO

Matthysse: “A veces me miro y no lo puedo creer”

El chubutense confiesa que, de a ratos, se sorprende de la carrera que está desarrollando. Jura que pelea por su familia y dice que peleará hasta que tenga ganas de entrenarse. El 3 de octubre, ante Postol, promete “cerrarle el orto a muchos”. Entrevista a fondo con quien irá por el título mundial CMB. POR ANDRÉS MOONEY.

Un beso, un abrazo, un asado, una sonrisa. El secreto de la felicidad, lo sabe bien, está siempre en los pequeños detalles. Son esos momentos únicos los que alimentan el alma de Lucas Matthysse, el chubutense que el 3 de octubre buscará el título superligero del CMB ante el invicto ucraniano Viktor Postol, en el StubHub Center de Carson (California).

Hay que tener razones suficientes para querer encerrarse entre 16 cuerdas a pegarse con un desconocido. Nadie, en su sano juicio, elegiría una forma semejante de ganarse la vida. “Siempre peleo por el futuro de mi hija, de mi vieja, de mi familia. Cuando subo al ring, me acuerdo de ellas. Y de mis hermanos, de todos. La verdad es que lo hago por ellos”, explica el chubutense, que de entrada deja en claro por dónde pasa, para él, lo trascendente en la vida.

-¿Qué te gustaría darle a tu familia que todavía no le hayas dado?
-Cumplí el sueño de regalarle la casa a mi mamá, que no tenía. Hace un año y medio se la pude dar, y está muy contenta. Después, cosas materiales no. Me gustaría que estemos siempre juntos, con toda mi familia, y que nada nos separe. Eso es lo más importante.

-¿Ganaste mucha más plata de la que imaginabas cuando empezaste a boxear?
-Es que nunca me planteé eso. Cuando arranque, nunca dije “quiero ser millonario”. Cuando empecé, dije: “Quiero ser campeón del mundo”. Y estoy a un paso de volver a serlo. Hice una diferencia económica, sí, pero tampoco como para decir: “Ya está, me rasco toda la vida”.

-Dijiste, también, que vas a noquear a tu rival porque tiene el cuello muy fino. ¿En qué otros aspectos te detenés cuando ves por primera vez a tus oponentes?
-Es que Postol es alguien de 1,80 metros de altura, muy grande para la categoría. Y es flaco, entonces tiene el cuello muy fino. Además, vi que tiene las costillas bien pegaditas a los órganos vitales. Por eso creo que va a sentir las manos. Pero bueno, está N° 1 del mundo y a eso seguro se lo ganó. Por algo está ahí.

-Y cuando ellos te ven a vos, ¿qué creés que ven?
-No sé, qué se yo (risas). Siento que me respetan… por el récord, saben que tengo uno muy bueno, con la mayoría de las peleas ganadas por nocaut.

-Y vos, cuando te vés, ¿con qué te encontrás?
-A veces me miro y no lo puedo creer. Dónde estoy, en el nivel que estoy. A veces me pongo a pensar y digo: “¿Soy yo? ¿Yo estoy acá?”. Me hablo y me digo que estoy peleando en ligas mayores, en Estados Unidos, con los de la primera línea, y no lo puedo creer. Hace 22 años que estoy en esto y, la verdad, me miro y me pongo muy contento.

-¿Siempre hablás solo?
-(risas) Sí, más vale. Siempre me hablo. Mentalmente, me hablo mucho. Ahí uno va viendo dónde está y se va hablando, se va poniendo las pilas solo.

En tiempos en los que el dinero funciona como único motor capaz de incentivar a los boxeadores, Matthysse parece un romántico de otra época. Habla y desconcierta: realza el valor de combatir por la gloria, por el orgullo, por los suyos, por el título. “Después de las peleas, siempre descanso un mes y arranco a entrenarme de nuevo, porque trabajo de esto. Pero cuando me dijeron que la pelea es por el título, empecé a trabajar mucho más duro. Pelear por un título, pese a que ya fui campeón mundial, es lo que estaba esperando hace rato”, asegura.

-Al “Chino” Maidana, la plata le disminuyó el hambre de gloria: medita, desde hace rato, su regreso. ¿No tenés miedo de que te pase algo igual?
-Siempre dije que me iba a retirar a los 32, y en unos días (27 de septiembre) cumplo 33. Pero tengo muchas ganas todavía. Cuando no tenga más ganas de entrenar, no boxeo más. Me pone muy contento que “el Chino” haya llegado donde llegó. Lo conozco desde los 15 años, los días vivíamos tirados en una pieza de 2×2 en Santa Fe. Si tiene ganas, que siga y si no, no. No le tiene que demostrar nada a nadie: hizo terribles peleas, peleó con el mejor y representó muy bien a la Argentina.

“Les vamos a cerrar el orto a muchos”
Matthysse es celoso, y no lo disimula. El radicado en Junín protege a quienes lo rodean y solo abandona su gesto afable cuando atacan a un ser querido. Por eso, al escuchar críticas por su decisión de entrenarse en Argentina –y no hacerlo en Estados Unidos, como muchos sugieren que debería hacer-, muestra los colmillos: “Me molesta leer comentarios que dicen que tengo cambiar de equipo, que ‘el Cuty’ no sabe nada, que (Juan Martín) Coggi está viejo, que Matías (Erbin, preparador físico) no sirve. Hace 11 años que vengo laburando con “Cuty”, Coggi fue campeón del mundo, y en mi última pelea tiré 1.034 golpes. Yo me encierro en el gimnasio, agacho la cabeza y me entreno. Somos un equipo muy unido, 100 por ciento profesionales. El 3 de octubre, les vamos a cerrar el orto a muchos de los que quieren que me vaya, y vamos a salir campeones entrenándonos acá”.

-Si pudieras pelear de nuevo en Argentina y tuvieras que elegir escenario para una única pelea, ¿dónde la harías?
-He peleado en Junín, en Trelew, en Buenos Aires y siempre me trataron muy bien. Pero me gustaría pelear en Rosario, en el Microestadio de Newell’s, donde ya he peleado y me ido muy bien. Es algo personal, no sé, me gustaría volver ahí.

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