BOXEO INTERNACIONAL

Claves de una batalla que promete: qué puede pasar entre Gervonta Davis y Ryan García

Un choque de trenes. Eso puede ser el duelo que, este sábado, van a sostener Gervonta Davis y Ryan García en el T-Mobile Arena de Las Vegas. Y por eso la pelea entusiasma: no por los títulos en juego –de hecho, no habrá ninguno y está bien: no hacen falta-, no por el legado, sino porque dos noqueadores de estilo agresivo estarán cara a cara encerrados en un cuadrilátero durante 12 rounds.

Davis (28-0, 26 KO), de 28 años, es un zurdo áspero, veloz, de buen andar sobre el ring, al que le gusta pelear en las distancias que mejor domina: la corta y la media. Tiene golpes curvos y explosivos peligrosísimos, con el uppercut de izquierda como arma más letal. Posee una versatilidad y una variedad de recursos ofensivos que le permiten, según exija la ocasión, tanto atacar como contragolpear.

Aunque por su manejo de piernas y sus reflejos podría defenderse mejor, “Tank” desestima lo que le llega: rota poco el cuerpo, de a ratos usa su mano derecha demasiado baja y confía ciegamente en su grado de asimilación al castigo. Una salvedad y una aclaración necesarias: la primera, contra Mario Barrios y Rolando Romero –un superligero y un noqueador, respectivamente- sí fue más cauto con la guardia y con la movilidad para no convertirse en un blanco fijo; la segunda, en toda su carrera jamás lo derribaron.

García (23-0, 19 KO), en tanto, acumula 24 calendarios y un gran dominio de sus 1,78 metros de alcance y de estatura (contra 1,71 m de largo de brazos y 1,66 de altura de su rival). Es un ligero natural (la pelea será en un peso pactado de 61,688 kg, con una cláusula de rehidratación según la cual, en la mañana del sábado, ninguno podrá pesar más de 66,224 kilos), dueño de un jab de izquierda punzante y vertiginoso y de un recto de derecha destructivo. No obstante, su golpe estrella es el cross zurdo: expeditivo, impredecible y demoledor. Al cuerpo castiga también con esa mano y daña la zona hepática, como lo hizo contra Luke Campbell y Javier Fortuna.

Sin embargo, “King” es todavía un acertijo. Porque, a excepción de Campbell, que lo mandó a la lona de forma espectacular –y lo obligó a una remontada destacable-, no tuvo aún la oposición necesaria para que el mundo sepa de qué está hecho. Hasta ahora, le alcanzó con el poder de sus puños.

Por trayectoria, Davis asoma como favorito. Porque es campeón mundial desde hace seis años, reinó en tres categorías diferentes -pluma, superpluma y ligero, aunque en esta última tiene el secundario título “regular” de la AMB- y conoce de compromisos importantes: sólo en combates titulares, les sacó el invicto a seis oponentes.

Y es candidato a la victoria también por sus condiciones individuales. Es que el de Baltimore posee más cartas en la mano para llegar a destino: puede/sabe boxear, puede/saber fajarse y puede/sabe sufrir. García, en cambio, por el momento demostró tener sólo un naipe para alcanzar la gloria, el as de espadas: la pegada.

Pero el boxeo, se dice hasta el hartazgo y con razón, no es un juego. Ni de cartas ni, mucho menos en casos como este en el que el olor a pólvora es nauseabundo, de ajedrez.

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