Terminó de pie, logró recibir poco castigo, pero no ganó ni un round. Matías Romero se las ingenió para no salir lastimado, pero cayó ampliamente por puntos contra Michel Rivera, en el combate que se desarrolló el sábado, en el Mandalay Bay Las Vegas.
El cordobés –por adopción, porque nació en Neuquén- perdió en fallo unánime luego de 10 rounds, y los jueces evidenciaron la amplitud en el resultado: los tres marcaron 100-90 a favor de “La Zarza” Ali, en coincidencia con el resultado que otorgó A LA VERA DEL RING.
Es que si bien Romero (24-2, 8 KO / 61,416 kg) desnudó unas cuantas falencias de Rivera (22-0, 14 KO / 62,595) a la hora de atacar, su plan fue ejecutado por la mitad: se defendió bien, pero se olvidó de atacar y/o de contragolpear. Por eso, su desempeño dejó un sabor amargo entre los aficionados y los seguidores del argentino, que esperaban algo más que el instinto de supervivencia.
A los 25 años, el manejado por Sampson Lekowicz y Carlos Tello deberá dar un golpe de timón en su carrera si quiere llegar lejos en un deporte que exige mucho más que condiciones boxísticas naturales. Las grandes ligas requieren de un equipo que, entre otras cosas, tome decisiones certeras como la de, por ejemplo, empezar a pelear en la categoría indicada: Romero es superpluma y desde hace dos combates da ventajas físicas –de hecho, esta vez pesó un kilo menos que su rival- peleando en ligero.
Desde su entorno aseguran que fue él quien expresamente levantó el teléfono e insistió tozudamente con enfrentarse a Rivera, al que conocía por compartir gimnasio en Miami. Alguien –su entrenador, su manager, etc.- tendrá que guiarlo para que no vuelva a caer en errores no forzados y, sobre todo, para que su carrera no vire en campaña de probador de figuras. Está a tiempo.
FOTO: Nabeel Ahmad / Premier Boxing Champions.
