BOXEO ARGENTINO

Sin cuenta

Sobre la actuación del árbitro Gustavo Tomas en el Luna Park, que detuvo injustificadamente el combate entre Pablo Corzo y el colombiano Juan Boada. ¿Cómo se explica?

Por GUSTAVO NIGRELLI (especial para A la Vera del Ring)
Nadie se dio cuenta. Ni siquiera el propio árbitro Gustavo Tomas de lo que estaba haciendo. Lo cierto es que todo el estadio reprobó unánimemente su decisión de parar la pelea entre el riojano Pablo “Pacman” Corzo y el colombiano Juan Boada en el 5º round, a pesar de que el fallo favorecía al argentino.

Ni hablar el propio Boada, quien protestó airadamente y hasta se bajó del ring maldiciendo –luego retornó-, no sin antes querer arrasar –él y su DT- con todos los que subieron al ring para frenarlo, demostrando de paso que no sólo estaba para seguir, sino quizás hasta para ganar el combate.

El asombró fue general. Las miradas entre los especialistas delataban un gesto de sorpresa y reprobación, porque además el duelo era parejo. Boada había ganado claramente el 3º y quizás también el 2º, aunque en el 5º -a la postre el último- dominaba el Pacman y durante unos segundos lo tuvo contra las cuerdas.

El árbitro venía teniendo una decorosa actuación, pero derrapó cuando instantes antes del escandaloso final le descontó un punto al colombiano por pegar en la nuca, y no a Corzo, quien lo había hecho primero y ocasionó que el visitante se la devolviera ex profeso. Tomas sólo sancionó a éste, porque priorizó la reacción y omitió la acción.

El reglamento argentino –que fue el que estuvo en vigencia, pese a ser un título latino FIB y AMB, o sea, regionales, y por ende regidos exclusivamente por el RAB- estipula que cuando una infracción genera una respuesta, la que debe sancionarse es la primera. De última -siendo localistas-, podrían penalizarse ambas. Pero Tomas solamente se la agarró con Boada y eso ya crispó los nervios.

De pronto, en la situación de dominio descripta más arriba que favoreció a Corzo, éste metió un uppercut impecable que le sacudió la cabeza a Boada, quien aguantó a pie firme. Sin embargo, sin decir “agua va”, el árbitro se interpuso y decretó el KOT, como un William Boo moderno.

En este momento de desconfianza social los argentinos repudiamos favores si estos vienen de la mano de injusticias y sospechas de corrupción. Pero quizás no haya pasado por allí el problema.

Tal vez Tomas habrá pensado –o supuesto- que estaban en vigencia los reglamentos internacionales, donde no existe la cuenta de pie.

Tanto en la AMB como en la FIB (y en el CMB y OMB también), es necesario caer al piso para recibir cuenta, de lo contrario, la pelea sigue o se para. Sin términos medios. Y para esto último el árbitro es quien debe decidirlo en fracciones de segundos, porque una demora puede ser fatal. Entonces, “preferible un minuto antes y no un segundo después”, se dice en la jerga boxística.

A Tomas le pareció que Boada estaba sentido, e influenciado por las reglas internacionales decidió no esperar. Las mismas lo condenaron, como pudieron haberlo hecho si aplicaba el criterio adverso y ocurría un accidente. Pero en la mejor de las situaciones -pararla anticipadamente y dar un fallo apresurado-, el resultado fue que casi incendien el estadio tres tipos solos. Y eso que no era siquiera un título mundial.

El árbitro fue víctima de una regla que urge aggiornar, porque de un modo u otro es perniciosa. Hace poco pasó al revés y casi matan en el ring al brasileño Yamaguchi Falcao a manos del cubano David Morrell, porque el árbitro yanqui Celestino Ruíz quería cerciorarse de que Falcao realmente estuviera KO.

Sin embargo, en la FAB están pensando en girar hacia ese lado “para no estar a contramano del mundo”. Razonamiento mediocre.

Una vez, el árbitro Rodolfo Stella -tal vez el único que dirigió mejor a los 65 que a los 50- hizo una pregunta, en una de las tantas charlas reglamentarias que solía sostener con este cronista. Stella preguntó: ¿para quién es la cuenta de protección de pie? La respuesta fue supuestamente obvia: “para el boxeador”.

“No -dijo Stella-. Para el árbitro”. Y ante la sorpresa explicó que en ese momento el árbitro se tomaba el tiempo para evaluar la realidad del boxeador antes de tomar una decisión, sin que para ello le estén pegando, o corriendo riesgos.

A Stella le encantaba que lo critiquen, y hasta lo agradecía, porque decía que así era como aprendía. Claro, eso requiere de virtudes poco vistas hoy en día: humildad y ausencia de necedad. En el mundo entero hoy reina la soberbia. Y la ineptitud.

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