BOXEO ARGENTINO

La senda

Alberto Melián, referente de la última camada amateur AIBA de nuestro país -hasta Río ’16- junto a otros como Yamil Peralta, Castaño y El Pumita, necesita encontrar cómo pegar el salto.

Por GUSTAVO NIGRELLI (especial para A LA VERA DEL RING)
A propósito de la victoria de Alberto Melián del sábado pasado, por KO 6 ante el brasileño Carlos Henrique da Silva en el microestadio de Argentinos Juniors, hay que decir objetivamente que iba perdiendo. Y que ya no es la primera vez que da vuelta con garra, boxeo y sangre de campeón un desarrollo adverso.

¿No es tiempo de que le llegue una chance mundialista? ¿O le pasará como al Tata Baldomir que la tuvo casi a los 35 años?

Melián es un sobreviviente de la última camada de la WSB de la AIBA (hoy IBA), y de ese intento fallido de profesionalizar el boxeo amateur (hoy boxeo olímpico) como lo fue la APB (AIBA Pro Boxing), donde también participó Yamil Peralta, aunque con magros resultados pese a que hizo todas peleas parejas ante los mejores. Melián, en cambio, ahí descollaba.

Sin embargo hoy Yamil está virtualmente invicto con 14-1-0, 7 KO –su única perdida fue el tremendo robo ante Ryan Rozicki, donde el mismo canadiense reconoció su derrota-, mientras que el cordobés marcha con 10-2-1, 6 KO, oscilando entre el avance y el retroceso, el retiro y la permanencia.

Yamil y Melián fueron dobles representantes olímpicos –con doble diploma en el caso del primero y simple en el segundo-, algo inusual en el boxeo argentino históricamente, con pocos casos registrados, entre ellos, Omar Narvaes, Guillermo Saputo y otros 7 más.

Pero con 31 y 32 años respectivamente aún no han despegado, y ya es tiempo, lo cual a priori habla del fracaso de la política de aquel entonces de eternizar a los amateurs más de la cuenta, pensando en acumular experiencia y chances de medallas, que nunca se dieron.

Mas también de fracasos a empresariales, ya que ambos están “hechos”, no necesitan probarse, y sus respectivas edades apuran. Es ahora, en estos tiempos, a cara o cruz. Sus credenciales los avalan. ¿Qué hay que demostrar?

Yamil hizo un camino más llano, aprovechando la carencia en ese peso del boxeo nacional, pero en el caso de Melián, hay que reconocer que todas sus peleas fueron duras desde el vamos.

Sin ir más lejos, en la segunda ya enfrentó (y venció) al campeón argentino supergallo, Julián Aristule. Y de ahí en adelante, salvo alguna excepción, fueron una más dura que la otra, incluso en el exterior (sus dos derrotas).

Fernandito Martínez (El Pumita) es otro exponente de esa camada, y resultó un crack. Fue el primero en entrar a la WSB representando a Los Matadores de Los Ángeles. Ganaba y perdía, siempre en peleones, y lo mismo le sucedía en la APB.

Sin embargo, con pocas peleas profesionales (15-0-0, 8 KO), hoy no sólo es el único campeón mundial que posee el boxeo argentino, sino que además le dio sendas palizas a un monarca sólido como el filipino Jerwin Ancajas. Y tiene 31 años.

Cabe mencionar que Brian Castaño es otro de los pioneros de aquella generación, al igual que Alberto Palmetta, que siempre parece a las puertas de una corona y su chance no llega nunca. Una por estar en una división difícil y nutrida, y otra porque una lesión lo privó a mitad de año de una cruzada clave ante el invicto yanqui Rashidi Ellis, que tal vez iba a ser la antesala al campeonato si salía airoso.

Hoy, a la distancia, mal no se apuntó con los nombres y los hombres, ni fue tan equívoco el proceso formativo. El problema es empresarial. ¿Qué esperan para Yamil y Melián? Hay tantos púgiles sin mérito alguno que ya pelearon por títulos mundiales (varios que ni recordamos), ¿y estos dos todavía tienen que seguirse probando?

Ganen o pierdan, todos están aptos. El fogueo que tuvieron les sirvió, y la evidencia demuestra que ser competitivo en la elite amateur es garantía de serlo también en el máximo nivel profesional, sin demasiadas experiencias, ni barreras.

Hasta el propio CMB lo reconoce ahora, rankeando a los cubanos recién saliditos del olimpismo adoptando reglas profesionales de inmediato, pese a que por otro lado se contradice oponiéndose a que los rentados lo hagan con reglas amateurs, bajo el argumento de una supuesta “protección”.

Lo único que debe definir Melián es su rumbo propio, empresarial y técnico, que nunca tuvo del todo claro. Sobre el ring cambió más de una vez su estilo de una pelea a otra, y lo mismo con su entrenador, buscando fijar una identidad que quizás aún no haya descubierto.

Pero hay algo peor: sus DT no lo han descubierto ni comprendido aún a él. Sin ir más lejos, el sábado le pedían plantear el combate en la larga, cuando era en la media y corta. La estrategia a veces se impone a los estilos personales, y es fundamental entenderla, uno de los principales déficits de los rincones y formadores de hoy.

En lo empresarial, debutó con OR, el promotor que más campeones coronó en la historia del país. Veremos si allí por fin encuentra su senda.

FOTO: NELSON QUISPE / BOXEO DE PRIMERA

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