BOXEO ARGENTINO

Boxeo: lágrimas de cocodrilo

La AMB suspendió al juez que le dio la exagerada victoria al mexicano Estrada ante “Chocolatito” González el pasado sábado en Dallas. ¿Alcanza con eso? ¿Y al que hizo lo mismo en contra de Matías Romero ante Cruz? Los malos fallos son para todos iguales.

POR GUSTAVO NIGRELLI (especial para A LA VERA DEL RING).

Las dos peleas que interesaban por estos lares en el último finde tuvieron un fallo polémico en las tarjetas –léase injusto-. Y curiosamente, ambas en favor de la conveniencia comercial de turno.

Por un lado, el de nuestro Matías Romero, el neuquino radicado en Córdoba que venía invicto y luchó ante el mexicano Isaac Cruz, por una eliminatoria a la corona ligero AMB que ostenta nada menos que Teófimo López como supercampeón, y Gervonta Davis como regular, en Connecticut.

Por el otro, en Dallas, el del nicaragüense Román Chocolatito González (campeón mundial supermosca AMB) que enfrentó al también azteca Juan Francisco “El Gallo” Estrada, monarca CMB de la división, en una unificación de las coronas. Ambos fueron notoriamente perjudicados en las tarjetas.

Cruz y Estrada resultaron vencedores por puntos en peleas que, falladas con neutralidad e idoneidad de criterio hubieran perdido, con mucha suerte empatado.

¿Pero alguien se imagina a Matías Romero, desconocido para ellos, especulativo y contragolpeador, pelear contra Gervonta o Teófimo de un día para el otro, sólo por ganar una pelea pareja contra un mexicano de 22 años, que da espectáculo yendo al frente como un caballo –reciba o pegue-, cuyo negocio “cierra” por todos lados? ¿A la TV o las plataformas modernas puede interesarles Matías Romero?

¿Y a alguien le servía una nueva victoria del Chocolatito González ante Estrada -a quien ya había vencido por puntos-, máxime que ya tiene 33 años y coqueteaba con el retiro?

Estrada tiene 30, es comercial, venía en plenitud sacándose de encima a todos los monstruos de su peso en fila (Orucuta, Wangek, Cuadras) y encima es mexicano. ¿Se van a perder la tercera contra el Chocolatito, con el peleón que hicieron, si decretaban una inservible nueva victoria para el nicaragüense que le hubiese quitado todo tipo de interés, en vez de dibujar una parda 1 a 1?

En todas las reglas del boxeo -a veces explícitas, otras no-, sea de la entidad que sea, salvo que haya nocauts, caídas, o mucho vigor y efectos visibles en los golpes, gana el que más pega. Esto es acá en Argentina (se llama “ataque”), como en la China, y por supuesto, también en el CMB, AMB, y el resto.

Tanto Matías Romero como Chocolatito pegaron más que sus rivales, y en ninguna pelea hubo caídas, ni lastimaduras, ni bamboleos. Si alguien estuvo alguna vez sentido fue Estrada en el 12º, por lo tanto no podía admitirse a ninguno de los dos como perdedores.

Cierto es que el argentino pegó casi todo de contra, aprovechando los embates ciegos, desprolijos, imprecisos y previsibles -aunque furibundos- de Cruz-, que hizo la pelea violenta y vibrante. Pero ligó mucho más de lo que pegó, porque jamás esquivó ninguna y se sometió a las combinaciones cómodas de Romero, que por pasajes lo usó de puchingball.

Es más; Cruz recibió un descuento de punto por pegar abajo, cosa que en peleas cerradas puede inclinar la balanza en contra.

No fue un robo, ni mucho menos. La decisión se entiende como parte de las malas reglas no escritas del juego en boxeo. Pero un juez (Weisfeld) dio ¡118-109 para Cruz! ¡Y con el punto de descuento y todo! O sea, sólo le vio perder un round. Paremos la mano. ¿A nadie le molesta tamaña indecencia?

Similar pasó en la de Dallas con el Chocolatito, donde pese a la paridad y entrega mutua en la que prevaleció González, el juez venezolano Carlos Sucre falló ¡117-111 para Estrada!

La AMB ya anunció que suspendió a Sucre mientras dure la evaluación del tema, que estudiará un Comité de oficiales designado a tal efecto, tanto en la actuación del juez (le dio incluso el 12º a Estrada, cuando en ése estuvo sentido), como en el combate en sí.

No estaría mal que agreguen la suspensión a Weisfeld, si es que la medida no reviste una intención demagógica, pero claro, parece que la justicia interesa más cuando puede venir de la mano de un buen negocio. ¿No les parece a las autoridades de la AMB, especialmente a su presidente, Gilbertico Mendoza, que la tarjeta de Weisfeld fue tan pésima como la de Sucre?

Las malas actuaciones de los jueces fueron históricamente alimentadas y protegidas por las mismas entidades, que buscaron siempre respaldar los negocios de los promotores con quienes trabajan, y por ende, sus propios intereses creados. Los recursos para combatirlos parecen tardíos. Y cuesta creer en preocupaciones y lamentos.

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