BOXEO ARGENTINO

La ACBox, con la ABA y la UBA: las entidades emergentes, todas juntas

Luego de sus frustrados intentos por afiliarse a la FAB, las organizaciones paralelas a la Federación pretenden aliarse para continuar aportando confusión al alicaído boxeo nacional.

Dicen pelear contra los monopolios. Prometen “liberar” al boxeo. Pero, curiosamente, en el primer paso que dan intentan alinearse con los supuestos opresores. Las relanzadas Asociación Cordobesa de Box (ACBox) y Asociación Universal de Boxeo (UBA) procuraron, ¿en un arresto de Síndrome de Estocolmo?, afiliarse a la Federación Argentina de Box (FAB) aunque, tras los fallidos intentos, acaban de anunciar que trabajarán en conjunto y negociarían, además, con otra institución emergente y no reconocida por la FAB: la Asociación de Boxeo Argentino (ABA).

La ACBox, con sede en el populoso barrio cordobés de Villa El Libertador y cuyo presidente es el entrenador local Héctor “Quique” Andrada, hizo circular en 2017 una foto de sus autoridades junto al presidente de la FAB, Luis Romio, y una nota con la que, supuestamente, demostraban que habían conseguido la venia de la Federación con sede en Castro Barros 75, que aunque firmó un documento luego se desdijo: el 17 de marzo de ese año, la FAB advirtió que sólo reconoce a la Federación Cordobesa de Box como ente autorizado para realizar cualquier actividad boxística en la provincia de Córdoba. 

Más tarde, ya sin cabida en la FAB, la ACBox anunció –el 23 de abril- que se habían afiliado a la World Pugilism Commission (WPC), que desde el barrio porteño de Flores maneja el bonaerense Daniel Mario Gómez y que es, de las organizaciones paralelas a la FAB, la que más actividad tiene en el país desde 2008 y que nació en 1995 en Latacunga (Ecuador), bajo las siglas CMB (Comisión Mundial de Boxeo), con evidente intención de confundir a todos con el histórico Consejo Mundial de Boxeo.

La WPC es tristemente conocida no sólo por avalar combates entre boxeadores inhabilitados por la FAB, sino por inventar peleas usando nombres hasta de peleadores muertos, como el caso del entrerriano Jorge Daniel Medina, de quien dijeron que había combatido en 2016 –supuestamente, frente al santafesino José Antonio Pérez, en la Sociedad de Fomento Los Andes de San Martín- cuando en realidad había sido asesinado cuatro años antes.

Todo parecía viento en popa para la ACBox pues, por esos mismos días, fue declarada como entidad rectora en la provincia de Córdoba de la Superliga de Boxeo, el campeonato amateur nada menos que del Consejo, que aunque se lanzó con bombos y platillos –con presencia incluida del presidente del CMB, Mauricio Sulaimán, en el hotel Castelar de la Ciudad de Buenos Aires-, nunca llegó a concretarse.

Sin embargo, en marzo del año pasado, la Asociación Cordobesa de Box comunicó su última novedad: es nueva filial de la de Asociación de Boxeo Argentino (ABA), ente nacido en junio 2017 y presidido por el boxeador bonaerense Alejandro Falliga. La ABA no es más que un desprendimiento de la WPC: luego de que algunos de sus representantes se pelearan con Daniel Gómez, lanzaron esta nueva organización que, en su corto tiempo de vida, ya está empañada de episodios turbios protagonizados por el propio titular de la entidad. Según Boxrec –inicialmente- y el mismo Falliga, el 1° de octubre del año pasado –tal como sí lo consigna el sitio Fightstat https://fightstat.com/boxer/alejandro-gustavo-falliga-20040805.html– peleó y perdió por nocaut técnico en el 3° round en el municipio alemán de Gladbeck contra el local Ibrahim Guemues. Sorpresivamente, Boxrec borró ese combate y -¿a consecuencia de eso?- el 10 de noviembre de 2018 Falliga repitió la pelea contra el mismo rival, quien lo noqueó, esta vez, en el 2° asalto, en un combate al que llegó sólo y del que no se conoce el pesaje oficial.

Asimismo, a comienzos de mes la ACBox publicó que trabajarán también con la relanzada Asociación Universal de Boxeo (UBA, por sus siglas en inglés), que en marzo de 2016 le aseguró a este medio –a través de su secretario general, el cordobés Nelson Rivera- que volverían a organizar combates por “título del mundo” en Argentina con la aprobación -que nunca prosperó- de la FAB, aunque todavía eso no haya ocurrido. La UBA, cuyo presidente es el exboxeador mendocino José Humberto Lagos, viene de una incursión poco feliz en el Santander Arena de Reading, Pensilvania: luego de promocionar que, el sábado 26 de enero, la dominicana Liliana Martínez y la mexicana Estrella Valverde (aunque también se dijo que la oponente de Martínez sería la estadounidense Rosalinda Rodríguez) disputarían allí el título gallo UBA, el festival se canceló y, en su lugar, realizaron un evento con boxeadores amateurs.

El fundador de la UBA fue el cordobés Víctor Hugo Fernández, un misterioso militar que desde el desaparecido gimnasio Sol Park llegó a la FAB de la mano de Daniel Gómez –el titular de la WPC- y fue asesinado por causas jamás esclarecidas. Esta organización se creó en Córdoba y funcionó entre 1991 y 1993, y  tuvo como hito máximo la puesta en marcha del primer evento de boxeo profesional en Moscú, luego de la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), cuando el cordobés Marcelo Figueroa le ganó por nocaut técnico en el 7° round al ruso Andrey Oreshkin, quien después de ese combate jamás volvió a combatir. No obstante, la pelea de mayor prestigio fue la que, como local, el catamarqueño Hugo Rafael Soto, excampeón mundial mosca AMB, le ganó por nocaut en el 9° asalto al ruso Sergey Polygalov -alguien que, según los registros, no ganó nunca como profesional-, por el cinto mosca de la entidad, en octubre del 91.

Lo nuevo parece no tan novedoso -la ACBox tiene personería jurídica desde 1999; y la UBA, aunque funcionó desde 1991 y hasta 1993, con un breve respaldo de la FAB que por entonces presidía José Antonio González, conformó su Comité Ejecutivo en septiembre de 1989- en el boxeo argentino. Y la proliferación de títulos de escasa jerarquía es una fórmula tan vieja como poco efectiva, que sólo aporta confusión y un puñado de pesos para unos pocos a cambio de más desprestigio para un deporte al que no le sobra credibilidad.

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