BOXEO INTERNACIONAL

Los caballeros de la muerte

El semifondo de Gervonta-García, protagonizado por el cubano David Morrell y el brasileño Yamagucho Falcao, estuvo a punto de deparar una tragedia por las malas leyes que rigen el boxeo mundial, donde se impide la cuenta de protección de pie.

Por GUSTAVO NIGRELLI (especial para A la Vera del Ring)

El tremendo KO de Gervonta Davis frente a Ryan García del sábado pasado en el T-Mobile de Las Vegas aglutinó todos los comentarios y miradas. Pero superada la efervescencia del momento, quedó flotando un tema más profundo y candente, que no puede taparse con una piña: lo sucedido en el semifondo entre el cubano David Morrell y el brasileño Yamaguchi Falcao es un tema de fondo, atemporal, que necesita una revisión. Se trata de la cuenta de protección de pie.

Fue KO 1 para el cubano y hospitalización de Yamaguchi. Pudo haber sido la muerte tranquilamente. En realidad debió haber sido KOT, porque el árbitro yanqui Celestino Ruiz ni contó en la segunda caída y ahí sí la paró de una, cuando constató que Falcao no se movía más. No es ésa la finalidad del boxeo.

Segundos antes, cuando con el reglamento argentino –que contempla la cuenta de pie- se hubiese parado la pelea mínimo dos veces, el pobre brasileño recibió una paliza, e incluso el propio Morrell se lo indicó al árbitro con una seña, como advirtiéndole que le contara a su rival para evitar masacrarlo. Pero claro, en las reglas de los organismos mundiales (estaba en juego el supermediano AMB), no se permite esto si el púgil no toca la lona: o lo matan de parado, o directamente se detiene el combate.

Era el 1º round, para muchos, demasiado temprano para terminarla. Está bueno ver un poco más de acción, no vaya a ser cosa que alguien se enoje, o argumente que el perdedor todavía arrojaba golpes, respiraba bien, y podía aguantar más golpes.

La cuenta de pie es “salvaje”, según los dirigentes de los organismos mundialistas, y atenta contra la salud de los púgiles, porque es contarle para que se recuperen y sigan cobrando. Uno se pregunta si no es eso lo que se hace cuando un boxeador cae a la lona, es decir, contarle para que le sigan pegando, pero se ve que la necedad es enemiga de la autocrítica.

En Argentina, ante la primera acción desequilibrante o síntoma de zozobra, el reglamento permite la cuenta. No la obliga. Tras ella, el árbitro evalúa si da o no el pase, y si lo da, está atento a la próxima situación de desequilibrio, y si ésta sucede de inmediato, o se hace una segunda cuenta, o se la detiene. Punto.

Supongamos que es un árbitro demasiado tolerante y permite otro pase. Ese púgil está al borde del KOT, porque a la próxima cuenta se acaba la pelea por tres caídas en el mismo asalto -otra regla que no existe en estos organismos-. O sea, no hay demasiada chance de que aporreen a nadie. Las cuentas van preanunciando a todos (boxeadores y público) el final.

En los combates mundialistas, regidos por la AMB, CMB, FIB y OMB, es a cara o cruz: o sigue cobrando hasta caer, o pierde por KO ahí nomás, sin una cuenta. Sin red. Es decir, si no cae, hay dos opciones tajantes: o se la paran, o lo matan de pie. Tal como casi sucede el sábado, que por no detenerla, a Yamaguchi por poco lo velan en el ring. Se puede apreciar en este video: son 2 minutos y monedas:

La discusión parece filosófica, y es antigua. Pero de filosófica en realidad no tiene nada. Es más; tras la muerte de Osvaldo Bisbal -el presidente de la FAB que impulsó el último reglamento-, la nueva dirigencia -en su mayoría adoctrinada por estos organismos en las Convenciones, sin pensamiento propio-, está tentada de sacar la cuenta de pie, como ya hicieron con el medio punto –y se están arrepintiendo-. La falta de contrapunto y discusiones para pulir criterios los acerca a la involución.

La realidad es que detrás de la retórica se esconde el deseo de ver un buen nocaut y un poco más de sangre y dramatismo, aunque el relato diga que “se vela por la salud de los púgiles”.

Este cronista más de una vez escuchó a algún dirigente lamentarse porque el árbitro “le sacó el KO a fulanito” al detener el combate.

Se cuestionó siempre por lo bajo a la IBA (ex AIBA, la que rige el boxeo olímpico, ex amateur), porque en ella había desaparecido prácticamente el KO, y con eso decaído el espectáculo, la sal, el interés, y hasta el apoyo de las cadenas televisivas que miden el rating, relegando al boxeo a deportes “clase C”, al límite de la categoría “D” de los prescindibles, que en cualquier momento pueden desaparecer de los JJOO en desmedro de los nuevos.

“El boxeo profesional es show, es espectáculo, la gente quiere ver un nocaut, la gente paga para ver esto, el boxeo es duro”, etc, etc, fueron siempre las razones esgrimidas, y la verdad es que en gran medida es cierto. Pero hay que saber diferenciar. Una cosa es noquear a alguien que está en combate y otra a quien no lo está, está sentido, o lo está a medias. Eso no tiene ninguna gracia.

Pueden pasar tragedias y los árbitros defenderse con haber actuado legalmente, como Celestino Ruíz, aunque hay que ser indolente para priorizar una regla por sobre un ser humano.

En otro deporte un error es un gol, una derrota, un título, pero acá puede ser la vida, y ya los golpes son bastante peligrosos de por sí como para alimentarlos con leyes inadecuadas. La pluma mal usada desde un escritorio puede hacer más daño que un cross de derecha.

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