¿Cuál es la fórmula? Buenas peleas, buenas programaciones, reglas caseras, jóvenes promesas y alguna figura light, fueron el combo justo para una noche boxística de otra época. ¿Marcará un nuevo rumbo?
Por GUSTAVO NIGRELLI (especial para A la Vera del Ring)
Dejarse llevar por la magia del Luna Park sigue siendo seductor aún en 2023, con la crisis económica y política imperante -también boxística-, casi sin campeones mundiales ni ídolos, 50 años después de su época dorada.
Quedó demostrado el viernes pasado con las alrededor de 7000 personas que fueron al estadio, a ver a boxeadores buenos en el terreno local, pero casi desconocidos para ellos, que por sí solos no hubiesen metido ni el 20 % de eso en un club de barrio, salvo –quizás- el caso del cordobés Alberto “Impacto” Melián por la cuestión olímpica –y hasta por ahí nomás-. O el del hermano del Chino Maidana, TNT, que por más que lleve el mismo apellido, no es el Chino. Y para colmo, ambos habían sufrido bajones en sus carreras que ahora parecen estar revirtiendo.
Melián en base a peleones que siempre parece a punto de perder, pero gana. Esta vez lo hizo por KOT 9 ante el colombiano Johan “Chocorramo” Segura, un joven de 20 años, pegador, que venía invicto en 11-0-0 y traía 8 KO.
Fabián Maidana, con un KO 3 más fácil ante el ecuatoriano Edwin Bennett.
La de fondo estaba a cargo de la santafesina Evelin “La Princesita” Bermúdez (hermana de la Bonita, pero no la Bonita) contra la mexicana Tania “Chula” Rodríguez, que si bien era por un doble título mundial (minimosca FIB y OMB vacantes), se trataba de una pelea de mujeres, con la consabida poca atracción que éstas generan en el público, y en una división también poco atrayente como la 49 kg, la anteúltima categoría.
Pudo haber sido la pelea “central” –que no es lo mismo que la de fondo- dado el doble título en disputa que ganó la Princesita por puntos, pero el criterio boxístico aconseja que la última pelea sea la explosiva -si es que la hay-, generalmente entre hombres, porque es lo que queda en la retina del espectador. Y esa –de cajón- era la de Melián. A tomar nota para la próxima.
No es el propósito informar en esta nota, pero -nobleza obliga- las otras dos por títulos regionales eran protagonizadas por jóvenes prometedores: Carlos Alanís, de 11-0-0, 3 KO, que venció por KO 3 a Kevin “Maquinita Acevedo, y Tobías Reyes, de 11-0-0, 10 KO, que le ganó por KOT 4 al venezolano Gilbert González.
Listo. Ese fue el programa que concitó a tanta gente, como hacía mucho no se veía en CABA, tal vez en alguna otra noche de Luna. La curiosidad es que ésta fue sin un gancho especial, ni figura convocante. ¿Qué milagro pasó? Aunque muchas entradas hayan sido de favor, eso no desmerece nada, porque con el calor reinante y las diversas opciones que existen hoy, hay que tener ganas de encerrarse en un estadio 4 horas a ver boxeo.
Primera evaluación: las peleas eran serias en cuanto a los rivales. No eran jovatos, ni perdedores, ni gordos que se venían a tirar o a buscar el pan. Había oposición acorde a lo que tenemos acá. Y la del título mundial, era la Nº 1 contra la 2.
Luego, sin detallar cuál, las coronas en juego eran en su mayoría latinos FIB, OMB y CMB. En un solo caso se agregaba un sudamericano, es decir, peleas pertenecientes a entidades internacionales. ¿Con qué reglas? Con las nuestras.
En los títulos mundiales no, pero en los regionales hasta ahora se consensuaban, como dice nuestro reglamento, y se hacía un mix inentendible, que a veces se adaptaba sobre la marcha.
Entonces, que se apliquen las de nuestro reglamento da más seriedad y transparencia, algo tan necesario en este momento para todos. Y aplicar las propias es también una forma de consensuar y poner límites.
Al parecer, así será a partir de ahora, según informó la FAB dentro del mandato del flamante presidente Luis Doffi, cosa que enardeció un poco a las entidades mundialistas y a sus representantes en nuestro país, que estuvieron a punto de no sancionar dichos títulos.
No hay muchas diferencias, y las que hay, por lejos son preferibles las nuestras. Justo sucedió en la pelea de Melián -la mejor de la noche por escándalo-, y de eso hablaremos, además de que algún día habría que reivindicar al ex doble olímpico.
Es que desde que debutó, al cordobés le tocaron todas duras, una peor que la otra. Debe ser el boxeador peor manejado de la historia. Eso le dio experiencia, gracias a la cual el viernes le llevó apenas un round ver cómo neutralizar a alguien más fuerte que él, que venía con hambre y las metía duras.
Melián lo agarró, lo ensució, le bloqueó casi todo en la media y corta mientras que a la vez metió las suyas en cantidad y velocidad, con golpes cortitos, sin ampulosidad ni tanto backswing, a media máquina para tener resto. Y cuando pudo, quemó abajo. Receta ideal.
Así lo taló en el 9º, primero provocando una cuenta de pie –prohibidas en los organismos internacionales- que practicó el árbitro Antonio Zaragoza, y luego volviéndolo a derribar con otros dos hooks seguidos al hígado.
Zaragoza contó de pie, algo no contemplado en la AMB, CMB, FIB y OMB, porque afirman que sólo sirve para recuperar al púgil y que le sigan pegando. ¿Se puede saber entonces por qué le cuentan al que cae?
Ese argumento contradictorio y falaz nació hace varias décadas, porque el verdadero motivo es que la cuenta de pie “le sacaba el nocaut al ganador”, lo que pasa es que no lo quieren reconocer los viejos, y los más jóvenes compraron el discurso.
Claro, ellos querían ver un regio KO porque es más “vendible”, atractivo, seductor. Y tienen razón. Pero que no se escondan ahora en la “protección del boxeador”. Estamos cansados de la hipocresía y el doble discurso. Para eso tenemos a nuestros gobernantes -al menos hasta ahora-.
Melián en el 9º le metió un hook tremendo a la zona hepática al Chocorramo, que no cayó, pero se dio vuelta con la boca abierta, buscando aire porque se ahogaba. De espaldas se apoyó en las cuerdas y Melián se frenó.
Si no hay cuenta de pie, esa acción desconcierta: ¿se le sigue pegando o no? ¿Cabría parar la pelea de una, sin darle chance de nada al perdedor, más que la posibilidad de la queja y la victimización –en especial si es el visitante-, y a la gente de fraude? ¿O se sigue pegando sin defensa hasta tumbarlo, como proponen las reglas de afuera?
Zaragoza hizo la cuenta de pie. ¿Pasó algo? ¿Se murió alguien? ¿Fue terrible?
La otra regla a adoptar que difiere de las internacionales, es la de las tres caídas.
Para la FAB, tres caídas en un mismo round es KOT automático. Para ellos no. Los preocupados por la salud e integridad física de los boxeadores prefieren ver más caídas, quizás hasta que los maten. ¿Hay algún problema de que una pelea se detenga después de la tercera caída en el mismo asalto, aunque el púgil en teoría esté para seguir?
Como que una cosa no va con la otra. No hay coherencia. Puede caer ilimitadamente en un round, pero no puede recibir cuenta de pie. El criterio se contradice.
Así como se vio en el Luna que perfiles bajos pueden dar golpes altos, ser potencia o de primer mundo no garantiza razones; y la superioridad económica tampoco es directamente proporcional a la inteligencia ni a la lógica. Piénsenlo.