BOXEO ARGENTINO

Ningún guerrero

Inesperadamente, el venezolano Luis Guerrero abandonó antes de empezar el 9º round de una pelea que iba dominando ante el local Tobías Reyes el pasado sábado en Desvío Arijón, Santa Fe.

Por GUSTAVO NIGRELLI (especial para A la Vera del Ring)
Habría que detenerse a pensar por qué el venezolano Luis “El Colibrí” Guerrero, de buenas a primeras abandonó la pelea ante el invicto santafesino Tobías “El Pitbull” Reyes antes de comenzar el 9º round, dejándole servido el título sudamericano supermosca que se hallaba vacante, el sábado pasado en Desvío Arijón, Santa Fe.

La excusa, poco creíble -para ser respetuosos-, fue un problema en su mano, que se ignora si fue fractura, fisura, simple dolor, o qué, ni en dónde, porque nadie lo informó ni lo mostró. Lo cierto es que vino bárbaro.

Guerrero, un irregular púgil de 8-7-2, 7 KO, no sólo estaba dominando las acciones del combate -pese a haber caído en el 5º ante un irreconocible, o tal vez desnudado Reyes-, sino que además venía de hacer un 8º asalto muy bueno -el mejor suyo en la noche-, sin que se advirtiera el menor indicio de dolor o lesión alguna, frente a quien se considera una prometedora figura, alimentada en base a colombianos y venezolanos de dudoso nivel, o a locales irrelevantes.

¿Se habrá lesionado en su esquina? ¿Se habrá sentado sobre su guante sin darse cuenta? ¿Lo habrá lesionado su DT en el rincón al atenderlo?

Nadie lo preguntó, ni se esmeraron mucho en averiguarlo, sino que se aceptó el episodio como se dio, algunos sorprendidos, otros aliviados, otros como presuponiendo –o imaginando- el desenlace, tan común en los visitantes, proclives a hacer 5 rounds para justificar su bolsa y luego abandonar con cualquier pretexto.

Éste aguantó un poco más, tal vez porque le estaba yendo bien, y porque Tobías no lo pudo liquidar en el 5º por propia impericia. O quizás por tener un poco más de amor propio y orgullo que el resto.

La cuestión es que fue justo a tiempo. Porque su papel fue tan eficaz que se estaba saliendo de libreto, por lo que no le quedó otra que sacar de la galera el viejo truco -incomprobable en ese momento- de la lesión en la mano, que ni siquiera podría desmentir una placa que tampoco nadie le exigiría. Y si así fuera, aunque radiológicamente no se comprobara, si el boxeador dice que le duele, le duele. Ante eso no hay estudio que valga.

Digamos mejor -siendo totalmente suspicaces y pensando absolutamente mal, como nos acostumbró “el boxeo”-, que estaba “cumpliendo órdenes”. O simplemente, respetando un pacto de caballeros, por más indecente que sea. La palabra, es la palabra.

Ahora supongamos que todo fue real y no tuviéramos derecho a la duda. Cuesta creer que faltando apenas dos rounds, habiendo hecho casi toda la travesía, alguien se ahogue en la orilla y no tenga el instinto de llegar aunque sea flotando, máxime cuando las aguas estaban calmas.

Lo decimos recordando otras gestas, de boxeadores serios y en serio, como El Cirujano Ortiz (Mario), que ganó una pelea en el Luna Park con la mano derecha fracturada desde el 1º round. Y tantos otros como Pedro Armando Gutiérrez, Falucho Laciar, Sergio Palma, Omar Narvaes, el propio Maravilla Martínez. Ni hablar de Luis Ángel Firpo, que subió a enfrentar a Jack Dempsey con el húmero derecho fracturado. Fracturarse la mano y seguir peleando fue toda la vida parte de la cosa en el boxeo, se gane o se pierda.

Y eso no es nada. Se lo ha hecho con la mandíbula rota. De Muhammad Alí para abajo, casi todos alguna vez. Ni hablar del Roña Castro ante John David Jackson (entre otros), o Víctor Galíndez ante Richie Kates, que chorreaban sangre de distintas heridas. Castro, además, siempre tenía la mano rota, el codo, el hombro, la pierna.

Miles y miles. No debe haber boxeador alguno que en un momento de su carrera no haya seguido combatiendo lastimado en su mano, ceja, mandíbula, párpados, pómulos, costillas, etc, peleas enteras.

A Guerrero le faltaban apenas dos rounds para terminar un combate en el que para este cronista iba ganando por 3 puntos, y tal vez también para muchos, aunque no figuraran en sus tarjetas, entre ellos, los jueces.

Por eso su abandono cayó del cielo, porque evitó otro escándalo. Otro fallo localista e indigno, otra situación escabrosa como la que el propio Guerrero venía de padecer ante “El Avión” Agustín Gauto hace un mes, a quien salvó la campana en el 10º, pese a lo cual le dieron la mayoría de los asaltos, salvo el último, en que cayó. Así y todo, uno de los jueces en ese round le dio 10 x 9 en su contra, en vez del 10 x 8 habitual.

No obstante, la derrota a Guerrero le valió una pelea más, ya que fue contratado ahora para probar a la figurita de turno (Tobías), aunque hasta ahí, claro. Que no se le vaya la mano. Cuánta infamia.

Esta vez, Alassia, Baisetto y Baldessari (los jueces designados) zafaron –vaya a saberse cuánto tenían-. No tuvieron que exponerse con tarjetas localistas, porque la suerte, los códigos, o el poco corazón de Guerrero, sin querer –o queriendo- los salvó del incendio.

FOTO: Nelson Quispe / Boxeo de Primera.

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