BOXEO ARGENTINO

“La Chila” Ramírez, nueva campeona: premio a una luchadora incansable

Venía de cuatro derrotas al hilo. Venía, también, de una carrera atada con alambres. Hasta que se vino para siempre. Desde que Marianela Ramírez se radicó en Córdoba, su carrera dio un giro abrupto: de siete peleas –dos contra excampeonas del mundo-, ganó cuatro, empató dos y perdió solo una. La derrota fue frente a una figura como Daniela “la Bonita” Bermúdez y una de sus victorias fue, este sábado, en Villa Carlos Paz, por el título sudamericano supergallo. Y por nocaut (técnico) espectacular en el 1º round, después de demoler y de mandar a la lona en dos oportunidades a su rival.

Entre el 31 de julio de 2019, cuando se instaló en Río Segundo, y hoy, en la cocina de su vida se hornearon cambios radicales. La chaqueña alcanzó logros que no había conseguido nadie. Hasta este fin de semana, nunca antes habían noqueado a Natalia Alderete; ni siquiera las campeonas mundiales Evelin Bermúdez, Anahí López y Marcela “la Tigresa” Acuña. Sin embargo, Ramírez le cortó la racha y barrió a la hasta entonces “innoqueable” tucumana: le asestó primero un cross zurdo devastador y, después, una catarata de golpes al rostro y al cuerpo que obligaron al referí a detener las acciones en apenas un minuto y medio de combate.

El día en que Ramírez y Niz afincaron en Río Segundo.

Pero la prosperidad de este presente halla una explicación y, además, una historia. El chaqueño Daniel Niz es un humilde trabajador del ring, un probador de figuras a domicilio que al boxeo le dedica el fugaz tiempo que le queda después de sus jornadas como peón de albañil. Fue él quien en junio de 2019 viajó a Córdoba para enfrentarse a Eduardo Casal y, tras aquella derrota por nocaut técnico en el 3° round, volvió al Chaco y encaró a su pareja. “Mirá, conocí a un técnico, me gustó cómo trabaja, lo que vi de él. Me parece que nos puede ayudar con tu carrera”, le dijo, y fue suficiente para que se embarcaran en un proyecto por el que no muchos hubieran apostado: en ese entonces, Ramírez tenía un magro récord compuesto por cuatro victorias y seis derrotas.

De esa manera, aunque las necesidades no cesaron y continuó peleando –hoy su hoja de servicios da cuenta de dos triunfos y nueve reveses-, Niz priorizó la carrera de su compañera y la acompañó en una aventura que de arranque comenzó con el pie derecho. En la primera pelea con su nuevo equipo, comandado por el entrenador Fabián Gómez, se tomó revancha de su comprovinciana Pamela Benavidez (exintegrante del seleccionado nacional) y, ante su gente, se consagró campeona chaqueña. Luego, lo conocido: un empate discutido contra “la Turca” Duer, una derrota tan digna como inobjetable ante Bermúdez y una seguidilla de alegrías que hizo pico con la corona sudcontinental capturada hace un puñado de días.

Ramírez evidenció una realidad que suele omitirse cuando se analizan las campañas de los peleadores: muchas veces, los resultados acompañan (o no) si detrás hay (o no) una estructura, un equipo y una preparación óptima. En ocasiones, en el boxeo como en la vida, la distancia entre vencedores y vencidos puede trazarse por la presencia o la ausencia de oportunidades. Pero, claro está, a la suerte hay que ayudarla con sacrificio.

“Cuando volvió el boxeo después del parate por la pandemia, yo me seguía entrenando firme pero con ganas de abandonar todo, porque no me salían peleas y mi pareja tuvo que dejar de competir para poder trabajar y, con eso, pagar un alquiler. A pesar de todo, estuve meses y meses entrenándome en doble turno, esperando que me llamen para pelear de un día para el otro: iba a ir porque estaba en categoría y bien preparada para dar un batacazo”, le cuenta “la Chila” a A LA VERA DEL RING, y explica cómo encaró su último compromiso: “Salí a demostrar todo el sacrificio que hice y dije: ‘No voy a dejar dudas’. Salí a buscar el nocaut: no pensé que iba a llegar tan rápido, pero en mi mente estaba no ir a los puntos, por lo que me pasó con Duer”.

Pese a las buenas nuevas, los reconocimientos y los homenajes –en su Las Breñas natal, los vecinos le rindieron tributo y la pasearon en la autobomba de bomberos; y en San Bernardo, a 35 kilómetros de su ciudad, la recibió el intendente local, Miguel Sotelo-, la vida de Ramírez lejos está de parecer resuelta. “Vivimos del trabajo de mi marido. Él trabaja a veces de lunes a lunes para hacerse cargo del alquiler, la luz, el agua y demás. Como ayudante de albañil no se gana mucho, se vive el día a día. A veces recibo ayuda de mis padres. Hoy estoy viendo si alguien puede ayudarme y convertirse en mi sponsor, para poder pagar el alquiler aunque sea y seguir con mi carrera”, se confiesa.

Esta boxeadora de 27 años pide porque da, porque ya dio y porque quiere seguir dando más, arriba y abajo del ring: “Con la plata que juntamos también pago mis estudios. Estoy en 1° año de Auxiliar de Farmacia, que estudio a distancia, en el Centro Integral de Estudios de Córdoba (CIE)”.

Ramírez se despide y vuelve con los suyos. Sabe que aún le esperan algunos abrazos que servirán de combustible para cuando, en pocos días, regrese al gimnasio y, otra vez, deba entregarse por completo para atreverse a soñar con un futuro mejor.

TEXTO: ANDRÉS MOONEY / A LA VERA DEL RING.

Lo más popular

Arriba
Facebook
Twitter
YouTube
Instagram