BOXEO ARGENTINO

Errores de cálculos

Además de una tarjeta mal sumada, varias situaciones impidieron que la Tigresa Acuña se tomara desquite ante Débora Dionicius el viernes pasado en Chaco, donde la Gurisa volvió a vencerla por puntos y se quedó con el título mundial supergallo OMB vacante.

Por GUSTAVO NIGRELLI (especial para A la Vera del Ring)

Desde el minuto 1 la Tigresa Acuña se dio cuenta de que desde afuera, la Gurisa Dionicius la superaba en velocidad y precisión en la noche chaqueña efectuada en el club Sarmiento de Resistencia.

Quiso contrarrestarlo a medida que fue entendiendo la pelea entrando en la corta, pero no pudo. Un poco porque en toda su carrera no se familiarizó con el uppercut y los hooks al cuerpo, y otro porque el árbitro Gustavo Tomas se lo impidió.

Cada vez que acortaba distancias Dionicius la amarraba al menos de un brazo, y eso era suficiente para que el réferi ordenara el “break”.

Sabido es que el break se ordena en el “clinch”, es decir, cuando ambos púgiles están trabados sin posibilidad de seguir peleando de ninguno de los dos lados, caso contrario, la regla de oro reza: “el que agarra no pega”. Pero el otro sí puede hacerlo -de tener una mano libre- hasta que queden totalmente inmóviles.

Parece ser que para Tomas -y en general, para muchos árbitros argentinos- la corta distancia no existe, salvo que ambos la propongan y la acepten sin apelar al amarre.

Queriendo o sin querer, la no aplicación de esta regla perjudicó a una de las dos boxeadoras, obligándola a moverse en un terreno inconveniente.

Desde el rincón, jamás se vio –ni se escuchó- que más allá de su instinto a Marcela le impartieran la orden de achicar distancias. Tampoco se sabe si lo planificó en la previa.

De haber sido así, la función de la esquina –entre una de las tantas- es reclamarle al árbitro enérgicamente que permita a su pupilo trabajar en la corta, si el rival es quien agarra.

A ser rincón se aprende. No es lo mismo que ser DT, saber enseñar, o saber de boxeo. Pero eso lo dan los años y la experiencia. Y por sobre todo, la autoridad para pegar un grito, interpelando a quien sea con una queja legítima y razonable, o a veces no tanto.

El problema es que hoy en día tal función la ejerce el hijo menor de la Tigresa (Josué), que de por sí asume la antinatural tarea de ser el DT de su madre, cuando por lógica natural los DT suelen ser los padres –de tratarse de un familiar-, o en el peor de los casos, los cónyuges o hermanos. Pero siempre es una tarea paternal.

Es difícil invertir ese rol, a tal punto que no se conocen casos similares en la historia a nivel mundial en los que hijos dirijan a sus progenitores. ¿Se le puede pedir a Josué, a quien muchos en la FAB conocieron de 5 años, que supere todo ese background?

Volvió a perder la Tigresa ante Dionicius, esta vez mejor que en el Luna Park, cuando también cayó por puntos por la corona pluma OMB.

El viernes fue en una categoría menor (título mundial supergallo OMB vacante), y pese a no habérsela visto en su mejor forma física, algo débil de piernas, e imprecisa, lo hizo en forma mucho más cerrada que aquella, en pelea pareja: 96-94 para este escriba.

Insólitamente, también en una situación anormal –como toda la noche- Marcela se llevó los 4 últimos asaltos, cuando a los 46 años supuestamente debería estar más cansada que la Gurisa.

Dos jueces (Geido y Benítez), dieron 97-93 para Dionicius, pero la perla fue cuando leyeron la de Jesuán Letizia: 95-94. Imposible. De haber sido así, sin puntos de descuento, ni caídas –que no hubo-, Letizia falló 11 rounds. O sumó mal, o le sumaron mal, la leyó mal el anunciador, o en algún round dio un 10-8 insólito.

¿Es importante eso? Depende. Si para algunos 5 + 5 es 11 en vez de 10, da igual. Si es lo mismo decir que Argentina ganó 2 a 0 que 3 a 0, es irrelevante.

Si hubo un error, debió haber sido rectificado por el anunciador dentro de los 10 minutos de haberse pronunciado el fallo. Así al menos sabríamos si Letizia tenía empate en 95 o 96-94.

Consultado el juez, dijo que el fallo se rectificó fuera del vivo de Tyc Sports, y que su tarjeta era 96-94 para Dionicius, pero colegas y allegados presentes en el estadio lo desmienten, o aseguran no haberlo escuchado jamás. Otra fuente más exacta confirmó que no se hizo.

No pasa nada, pero ¿por qué miente Letizia? ¿Y por qué no rectificarlo debidamente, como explicita el reglamento?

No hubiera cambiado nada, es cierto, pero pudo haberlo hecho. Y el RAB, además, habla de un “error” en la pronunciación del fallo -que dependa de las autoridades-, sin especificar si el mismo influye o no en el resultado.

Lo cierto es que nadie puso los puntos en las íes como hubiese correspondido en cada una de las cosas que pasaron, y seguramente no haya sido cuestión de idoneidad. Falta de atención, de ganas, de incentivo, o aburguesamiento. ¿Síntomas de fin de ciclo?

FOTO: NELSON QUISPE / BOXEO DE PRIMERA

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