BOXEO CORDOBÉS

Rocío, la nieta de “Peluquín”

La siesta en Adelia María era tranquila, como son todas las siestas en Adelia María. Un cuzco de color azabache “raza perro” dormía plácido bajo la sombra de un árbol, sobre la vereda, a centímetros del cordón cuneta. El pueblo no era la excepción de casi todo el país, y sufría la ola de calor con la que se quiere despedir el verano. Los gringos claman por más lluvias y saben que el rinde de las cosechas no será lo abundante que esperaban. Rocío tiene 22 años y estudia la licenciatura en marketing a distancia. Apura la tarea vinculada a su carrera porque, como cada día desde hace casi dos años, a las 18.30 en punto acompaña a su padre Carlos para abrir el gimnasio de boxeo, ese que está pegado a la casa, por donde pasan y pasaron valores que representan al pueblo en veladas de diferentes puntos del mapa.

En las venas de los San Miguel la sangre es roja como los guantes que envuelven los puños de tantos boxeadores y boxeadoras. Todo empezó con “Peluquín”, el padre de Carlos y el abuelo de Rocío, allá lejos y hace tiempo, como promotor de veladas pugilísticas en Río Cuarto, Alcira Gigena, y en otras tantas localidades del sur cordobés. Murió de un ataque al corazón junto al ring de la Federación Argentina de Box (FAB), mientras peleaba uno de sus pupilos. Se fue cuando Rocío era niña, pero lo recuerda.

Palabra de entrenadora

  • “Me crié rodeada de boxeo y durante la pandemia, sin esperarlo, el boxeo me abrió una puerta. En agosto de 2021 mi papá tenía que llevar a Víctor Balmaceda a pelear a Cutral-Co, Neuquén, ante Yamil Peralta, y no conseguía quien lo acompañe. Me dijo si quería ir con él y le respondí que sí. Ni lo dudé. Mi mamá no hizo comentarios porque pensó que sería ese viaje y nada más”
  • “Cuando llegamos a Cutral-Co había autoridades de la FAB que habían arribados de Buenos Aires para esa velada. Al verme se sorprendieron y no tardaron en decir que el lunes siguiente comenzaba a dictarse el curso de entrenador de boxeo. Cuando llegué de regreso a Adelia María le dije a mi mamá que tomaría ese curso. Ella se sorprendió. No le gustó mucho, pero sabía que no iba a retroceder y al final solo pudo decirme que no dejara la carrera de marketing que estudiaba. Por supuesto que puedo complementar todo. También mi papá, que hace muchos años está en esto, me dice que no es fácil dedicarse únicamente al boxeo. Durante dos años todos los lunes tomé las clases de dos horas para ser entrenadora de boxeo, lo hice de manera virtual, por zoom, porque era del interior y por la pandemia no era sencillo viajar, pero sí tuve que ir a Buenos Aires para rendir”.
  • “Desde muy chica iba al gimnasio de boxeo de mi papá y me gustaba. Lo acompañaba, cebaba mates, pero ahora yo voy a todos lados con él, cuando va a pelear alguien que entrena en el gimnasio”.
  • “En julio de 2021 empezaron a venir chicos nuevos que querían aprender a boxear y mi papá me pidió que le enseñara lo que ya había aprendido en el curso.´´ Te va a servir de experiencia´ me dijo. Los hacía parar, que armen su guardia, cómo sacar las manos, y así fui enseñando a los nuevitos del gimnasio. También había hecho un curso de preparación física y de esa manera coordinaba el entrenamiento no boxístico, de los profesionales”.
  • “Todos los días voy con mi papá al gimnasio hasta las 21 o 21.30, y los viernes y sábado veo boxeo por televisión, las transmisiones nacionales y las grandes veladas internacionales”
  • “Jamás olvidaré la primera vez que salí de un vestuario rumbo a un ring acompañando a mi padre y a un boxeador que iba a combatir. Fue esa vez en Neuquén con Balmaceda. Esa adrenalina, esa pasión me despertó sensaciones nuevas, hermosas”
  • “Los chicos (boxeadores) son respetuosos conmigo, al comienzo me daba cosa darles órdenes, que una mujer le diera órdenes, pero los chicos se lo tomaron bien, todos me respetan en el gimnasio y cuando vamos a las veladas”.
  • “Para mí es indistinto entrenar a un boxeador o a una boxeadora, por ejemplo ahora en el gimnasio estamos con la profesional Lucrecia Arrieta”.
  • “¿Qué me gusta más, el rincón durante la pelea o la semana en el gimnasio? En el rincón me siento más cómoda, creo que aprendí rápido lo que hay que hacer en el minuto de descanso. En el gimnasio es muy difícil. Me costó bastante enseñar, porque los que entrenan son distintos y hay que saber encontrar la cualidad de cada uno de ellos, sus características”.
  • “La primera vez que estuve sola en un rincón, sin la compañía de mi padre, fue en agosto del año pasado. Teníamos un festival en La Carlota ya organizado y a mi papá le salió un viaje con un boxeador a Francia. Yo quedé a cargo del festival. Recuerdo que nunca había vendado y mi papá me dio un curso acelerado de vendaje antes de viajar, porque había dos peleas profesionales. Aprendí rápido y pude hacerle el vendaje de manera correcta a los dos boxeadores rentados del gimnasio que pelearon esa noche. Fue una noche soñada para mí. Metimos 800 personas, ganaron los chicos nuestros, hice dos vendajes sola y salió todo bien”.

 La joven Rocío con sus largos cabellos rubios transita el duro camino del boxeo como entrenadora. Lleva este deporte en sus venas como su padre y su abuelo, aquel de quien se recuerdan miles de anécdotas y grandes veladas que tuvieron tanto en el cuadrilátero como en el ring side a celebridades. Si todavía aparece en la memoria el paso por Alcira Gigena de Carlos Monzón junto a Susana Giménez, haciendo escala en una cartelera de aquellos buenos viejos tiempos del boxeo argentino.

El público se renueva, suele decir Mirtha Legrand cuando repite por “millonecima vez” una anécdota. También se renuevan las generaciones y no es tan sencillo que se terminen actividades milenarias, como por ejemplo el boxeo. La nieta de “Peluquín”, la hija de Carlitos, avanza a paso redoblado en una actividad que hace casi un cuarto de siglo cambió, con el boxeo femenino a partir de la abanderada formoseña Marcela “Tigresa” Acuña. Hoy ya no sorprende tanto que una mujer cumpla funciones en el pugilismo y está muy bien que así sea.

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