En medio de la pandemia, apareció como una pequeña isla en medio del océano una velada de boxeo en Nicaragua. Más que eso, se trató de uno de los escasos espectáculos no solo deportivo sino de cualquier rubro que se realizó en el planeta.
La velada del sábado contó con la organización el excampeón mundial de boxeo Rosendo Álvarez, con peleas modestas pero, al no haber boxeo por ninguna parte, la poderosa cadena ESPN la televisó masivamente.
Lo más destacado que tuvo el festival fue el nombre del estadio: el Polideportivo Alexis Argüello, el enorme campeón mundial que se ubica entre los más grandes púgiles que haya dado Latinoamérica. Curiosamente en ese reducto, que lleva semejante nombre, jamás se había realizado boxeo.
La cartelera tuvo cobertura internacional como si se tratada de una mega función. Ocurre que ante la escasa actividad generada por la pandemia, una modesta expresión deportiva se puede transformar en algo extraordinario. Cosas que pasan en estos tiempos de Covid-19.
Barbijos en la cara de los boxeadores, tanto en el pesaje como sobre el ring hasta que sonó el campanazo inicial. Escasos espectadores pero aún así sentados con la distancia ordenada. Esa misma gente no ingresó al polideportivo sino antes someterse a la toma de fiebre, a fregar sus manos con alcohol en gel y a pisar una superficie empapada de agua lavandina.
En la pelea de fondo, en revancha entre púgiles nicaragüenses, Robin Zamora (16-7, 8 ko´s) volvió a vencer a Ramiro Blanco (18-8-3, 10 ko´s), esta vez fue por puntos en fallo unánime tras ocho vueltas. Las tarjetas fueron las siguientes: César Berrios 77-75; Manuel González 77-75 e Hiram Muñiz Jr. 78-74. En el primer enfrentamiento lo había derrotado por nocaut técnico.
TEXTO: A LA VERA DEL RING
FOTO: @DEPORTNI / TWITTER
