A LA VERA DEL RECUERDO

A 40 años de Hagler-Roldán (Freyre y Las Vegas un solo corazón)

POR GUSTAVO ZAMUDIO.- Viernes 30 de marzo de 1984. El primer verano en democracia iba quedando atrás, tras la sangrienta dictadura. El presidente Raúl Alfonsín cumplía poco más de 100 días de gobierno y el país era una fiesta. Se respiraba otro aire. Las tribunas de los estadios deportivos ya no necesitaban cantar “se va a acabar, se va a acabar, la dictadura militar” y la patria futbolera se preparaba para un fin de semana que marcaría el inicio del campeonato de Primera A. Pero desde hacía un tiempo se palpitaba otro acontecimiento que quedaría marcado para siempre en el calendario de la historia del deporte nacional y de un pueblo en especial.

Las miradas comenzaron a buscar en el mapa una localidad ubicada en el este de la provincia de Córdoba, a un puñado de kilómetros de la vecina Santa Fe. Se trataba de Freyre, enclavada en plena cuenca lechera, que hasta el momento solo había sido condecorada como la sede de la Fiesta Nacional del Sorgo y la Cosecha Gruesa. De allí era el protagonista en cuestión: Juan Domingo Roldán, más conocido como “Martillo”. El boxeador de categoría mediano con manos pesadas, que de joven se había animado a pelear a un oso bajo la carpa de un circo, consiguió la oportunidad de combatir con el flamante campeón de la categoría, Marvin Hagler, en un ring que se iba a montar en el Convention Center del Hotel Riviera, en Las Vegas.

Freyre late

Las calles de Freyre mostraban una campaña publicitaria del supermercado de los hermanos Trossero. En esta oportunidad no promocionaban ofertas de productos. Simplemente le ponía letra a lo que internamente sentían los vecinos del pueblo y de la región. Los afiches decían:
“Las Vegas y Freyre a punto de estallar,
“Martillo” va a ganar,
Juan Domingo Roldán campeón Mundial”.
Firmado: Súper 29 Supermercados H. y R. Trossero.

Claro que el fervor en el pueblo no terminaba allí. En la sucursal del Banco de Córdoba recitaban unos versos que iban en la misma línea:
“Cuando entonen el Himno
la Serra Lima lo cantará
Monzón también estará
alentando al retador
y frente al televisor
todo Freyre te verá.
No son muchos los que creen que Martillo vencerá
él lo demostrará
este viernes sobre el ring
y al pelado saltarín
seguro que noqueará”.

El periódico Freyre Social que editaba la iglesia del pueblo a cargo del Presbítero Baldomero Carlos Martini y que se distribuía el último sábado de cada mes, en el ejemplar anterior al combate publicó una nota en la página 7, en medio de anuncios sociales y parroquiales.
Se trataba de una información de servicio indispensable:  “Ante la importante contienda boxística del hijo dilecto de esta localidad, JUAN DOMINGO MARTILLO ROLDÁN, las autoridades municipales locales, mediante diversas gestiones llevadas a cabo ante los organismos competentes, han llegado a feliz término, logrando que en la noche del día 30 de marzo del corriente año, CANAL 10 (de Córdoba) televisará la pelea por el título mundial de HAGLER vs. ROLDÁN”.

Dos excursiones con 52 argentinos, la mayoría domiciliados en Freyre y San Francisco, viajaron a la ciudad del pecado para el combate. Una agencia de viajes vendía el paquete a 595 dólares que incluía el ticket de la línea aérea Ecuatoriana y la estadía en el hotel de la pelea, el Riviera. Uno de los viajeros fue Juan Carlos “Nenín” Pastore, dueño del Bar Belgrano que todavía perdura en la vieja esquina de bulevar Belgrano y San Martín, lugar que tantas veces cobijo a “Martillo”. En Las Vegas se sumaron a la barra otros 200 argentinos residentes en los Estados Unidos, algunos de Los Ángeles, otros de Nueva York y también de Vancouver.
A la cita fue convocada Martha Serra Lima, quien fue la encargada de cantar el Himno Nacional Argentino antes de la pelea.
De la delegación que acompañó al pegador cordobés, el más entusiasmado e ilusionado con la posibilidad de conseguir la gloria era el promotor de esta aventura, Juan Carlos “Tito” Lectoure. También viajaron dos de los más grandes medianos argentinos de todos los tiempos: Carlos Monzón, y el “Zurdo” Eduardo Lausse. Fue Monzón el que alentó y habló mucho con “Martillo” antes de la pelea.

El camino previo

Roldán arribaba al combate más importante de su vida con una seguidilla de buenas victorias en el campo internacional, luego de vencer a todos los medianos que andaban dando vueltas por los cuadriláteros argentinos. Venció a Wilbur Henderson (KO 7), a Teddy Mann (DU 10), y el 10 de noviembre de 1983 iba a concretar el nocaut más extraordinario de su carrera, al liquidar a los 2m58s del sexto round a Frank “The Animal” Fletcher en el Caesar Palace de Las Vegas. Esa pelea fue semifondo del choque entre Hagler y Roberto “Mano de Piedra” Durán que ganaría el estadounidense. Uno de los complementos de esa noche lo protagonizó Freddie Roach, quien perdió por puntos ante el inmaculado Louie Burke en peso ligero. Roach tendría mayor consideración en el mundo del boxeo más tarde como entrenador.
Pero volviendo a Roldán, esa victoria lo terminó proyectando al deseado pleito por las coronas de los medianos ante el campeón nacido en Newark que se terminó de sellar pronto.
Un detalle: el combate ante Fletcher no le permitió a Roldán votar por primera vez a un presidente de la nación. La elección que marcaba el regreso de la democracia en Argentina fue el 30 de octubre de 1983 y él junto a su equipo viajó un día antes a los Estados Unidos para ese compromiso pugilístico. “Me gustaría votar ya que nunca lo hice. ¿A quién hubiese votado? El voto es secreto, pero por algo me llamo Juan Domingo”, declaró sonriente a los medios antes de partir.

La pelea

Hagler era amplio favorito en las apuestas y para los analistas de boxeo de los Estados Unidos. Pero Lectoure estaba entusiasmado y pensaba que podía escribirse una historia cinematográfica de Rocky en favor del argentino.
Se paralizó el viernes por la noche no sólo en Freyre sino en casi todo el país, como a lo largo de la historia muchas veces lo hizo el viejo y querido boxeo argentino. Raro. Una importante pelea en Las Vegas un día viernes.
La distancia todavía era a 15 rounds, como quería Hagler, y estaban en juego los títulos del mundo de los medianos en las versiones de la Asociación Mundial (AMB), el Consejo Mundial (CMB) y la Federación Internacional (FIB). En la balanza pesaron igual: 72,154 kilogramos. Cómo árbitro se eligió al puertorriqueño Tony Pérez y como jurados a Chung Yung Soo (Corea), Ove Ovesen (Dinamarca) y Ken Morita (Japón).

El desconocimiento masivo de Roldan en los aficionados del país del norte hicieron de este show de la promotora Top Rank un mal negocio. El titular de la empresa, Bob Arum, admitió una ganancia de apenas 300 mil dólares, habiendo pagado una bolsa de 1.2 millón a Hagler y 300 mil a Roldán. Se congregaron a la vera del ring 5.125 personas, y la transmisión de HBO en sistema de cable llevó la pelea en vivo para todos los Estados Unidos y además se pudo ver en Argentina, Venezuela y Japón, mientras que en diferido llegó hasta Italia, Gran Bretaña y Francia.

Sonó la campana y Roldán se abalanzó sobre Hagler. Enseguida logró sorprenderlo penetrando con una derecha por dentro y combinado con un cross de izquierda que dio en la cabeza y tiró a Hagler. Hubo golpe, no letal, quizá la caída fue más efecto de un Hagler mal parado. Pero correctamente el árbitro contó ante el enojo del campeón. Fue una carga de energía y optimismo para el argentino que fue impulsado hacia adelante, suelto y ofensivo. También causó sorpresa en la gente.
Atacaba con puntería Roldán, tirando a la zona alta que le permitía dominar en el inicio, pero iba a llegar un hecho que cambiaría el rumbo de la contienda. Faltando 12 segundos para que finalice el tercer round, Marvin consiguió llegarle al cordobés de contra, con una combinación de tres manos. La primera fue una izquierda que impacto sobre el rostro del Roldán, dando de lleno con el dedo pulgar en el ojo derecho, que inmediatamente comenzó a inflamarse y terminó cortado, imposibilitando la visión y tirándolo sobre el ensogado. A esa acción de la que se quejó el argentino le siguió una cuenta el referí.
A medida que el ojo se cerraba, Roldán caía boxística y anímicamente, pero seguía impulsado por la energía que le transmitía Lectoure desde el rincón en cada minuto de descanso. Por otra parte, la grandeza de Hagler comenzó a brillar y el combate fue una sumatoria de ventajas en favor del monarca.
En el descanso previo al noveno round se escuchó en la transmisión a Roldán diciendo: “No sigo más” “No veo más”. Mientras que Lectore le pedía que no los defraudara y trataba de alentarlo diciéndole: “Pero si lo estás cagando a trompadas”.
Mientras que en el último minuto de parate, antes del final, Tito insistió en levantarlo otra vez: “Boludo, tenés entrenamiento para 20 rounds”. Lo tomó con las dos manos de la cabeza, se la sacudió y le suplicó: “No podés estar cansado”.
Como el rincón no lo paró, iba a ser el propio púgil de Freyre quien iba a tomar la decisión. Apenas iniciado el décimo capítulo, una derecha larga de Hagler acompañada de dos izquierdas cortas que lo acomodaron y el remate con otra derecha cruzada a la cabeza que desparramó a Roldán, quien por un instante quedó sentado en el centro del ring. Se reincorporó, mientras el árbitro Tony Pérez le contaba, pero con su cabeza le marcó el “no” y de esa manera se selló el nocaut técnico a los 39 segundos de esa vuelta.

Fin del sueño

Final del sueño. Hagler retuvo las tres coronas y Roldan se fue del combate con el enojo de Lectore. Obvio, más preocupado en su prestigio y el de su empresa, el Luna Park, que en el destino del pugilista que representaba.
En Freyre había una variada combinación de sensaciones: algunos se fueron a dormir enojados o tristes. Otros siguieron tomando algunas copas mientras analizaban lo ocurrido y soñaban con cambiar el rumbo del destino sellado. Y los que querían mucho a “Martillo”, la gran mayoría, y se sentían orgullosos pese a la derrota, no le temieron a la lluvia que caía en Freyre y salieron a exteriorizar el orgullo por el ídolo, haciendo una caravana de autos y camionetas por el bulevar 25 de mayo y otras calles del pueblo.
Mientras en Las Vegas, Lectoure no salía de su enojo y de la bronca se rompió la mano derecha al pegarle un puñetazo a una pared, por lo que pasó parte de la noche con esa mano en una coctelera llena de hielo y gritaba descontrolado: “Un año y medio trabajando, un año y medio sin descansar para que después me pase esto”. Y siguió diciendo cosas duras contra Roldán: “No busquemos excusas, cuando un tipo quiere ser campeón mundial no puede sentir dolor, no puede. Ellos saben que el boxeo es duro, que se dan y se reciben piñas, tienen que estar preparados para eso”. Y recordó inmediatamente la figura de Víctor Emilio Galíndez en aquella histórica pelea frente a Richie Kates ocho años atrás: “Galíndez estuvo cortado desde el quinto round y ganó por nocaut en el último. Este fue un mañero, cualquier dolorcito chau”. No hay que olvidar que antes de la pelea Roldán se había echado atrás, y no quiso operarse de su nariz que sangraba pronto y que, por estar torcida, causaba inconvenientes en su respiración. “Martillo” le tiene miedo al quirófano, por eso Lectoure remarcaba “las ñañas”.
Todo Freyre, cuando decimos todo, era todo, se volcó el 2 de abril al ingreso del pueblo sobre la Ruta Nro. 1 para darle la bienvenida tras el combate ante Hagler. A la gente no le importó que no trajera el título. Igual desbordó las calles y recibió a “Martillo” que se había transformado en la máxima referencia del lugar.

El paso de tiempo

Unos 30 años después, cuando Tito ya se había ido de esta tierra y el Luna Park había dejado de ser hacía mucho tiempo la meca del boxeo argentino, compartimos una picada con Roldan junto al último referente del periodismo boxístico local, Jorge Cappanera, en un bar poco iluminado a las afueras de San Francisco, cerca de un camino que lleva a la Ruta Provincial Nro. 1, precisamente la que en dirección norte conduce a Freyre. Hablamos de todo un poco hasta pasada la medianoche, mientras algunos caballeros despuntaban un pool y un par de damas esperaban sentadas por una cita que se hacía desear.
Encaminada la charla, hablamos de su pelea ante Hagler. Así recordó los principales momentos:
* “Me sentía muy bien anímica y físicamente. Había empezado a entrenar duro desde el 9 de enero, completando 82 días de entrenamiento, realizando un promedio de 12 rounds por día con sparrings, más el turno de una hora y media diaria de footing”.
* “A Hagler lo tenía bien visto porque antes de esa pelea había sido cuatro veces semifondista suyo. Lo teníamos estudiado de memoria y sabíamos que enfrente iba a tener a un gran campeón, a un boxeador inteligente, zurdo, de buena técnica, fuerte, y con un cuerpo de atleta extraordinario”.
* “La duda que teníamos era saber cómo podría reaccionar si yo lograba meterle un par de manos duras”.
*  “Yo había comenzado bien la pelea. Creo que Hagler esperaba que yo saliera a tirar piñas a lo loco, pero me planté y fui al frente sin desordenarme”.
* “Esa noche fueron dos peleas en una: del primero al tercer round, fue una, y desde el cuarto hasta el final, fue otra”.
* “Me acuerdo como si fuera hoy el momento en el que lo tiré a Hagler. En el primer round hice cintura y cuando se me vino encima lo volteé con un cross zurdo a la cabeza. Pero después, en el round siguiente, le pegué una paliza bárbara”.
* “Hasta que en el tercero me metió un dedazo en el ojo derecho que me lo cerró enseguida. Yo no podía ver nada y él, vivo, giraba hacia ese lado y me pegaba en esa zona del rostro. Lo del dedo me lo hizo a propósito, pero él era la estrella y nadie lo iba a descalificar esa noche y menos en Las Vegas y siendo el campeón del mundo”.
* “Yo tenía un objetivo para esa pelea y no pude conseguirlo. Hagler era un monstruo, pero de no haber sido por el dedo en el ojo el final hubiese sido otro”.
* “Lectoure insistía, quería que siguiera peleando, pero yo no veía nada. Había llegado al límite y ya no podía más. Era inútil seguir y me dejé caer”.
* “Tito estaba muy enojado esa noche, pero fue un hombre clave en mi carrera boxística. Si llegué hasta donde llegué fue por él”.

Nos cruzamos con Roldán por última vez en 2017. fue en el estadio Mario Alberto Kempes, a donde concurrió para donar al Museo del Deporte de la Provincia de Córdoba el par de guantes con el que noqueó nada menos que a Frank Fletcher.
Después la pandemia se encargó de aislarnos a todos y más tarde el propio Covid 19 iba a librar la última batalla de Roldán en esta tierra, con el final que todos conocemos.

Pero su grandeza dentro del ring y el cariño de la gente lo mantienen vivo. “Martillo” es eterno, sino pregunten en Freyre, en San Francisco y toda la región.

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